quarta-feira, 8 de abril de 2009

SEXUALIDAD, VIOLENCIA, ABORTO…

Lo femenino es básicamente pasivo y lo masculino activo. Amar es dar, pero con dulzura, sin violencia. Amar es dar pero, según la dosis, la rapidez o la fuerza con que se realice ese dar se puede convertir en violencia. Con el movimiento más delicado de una mano se puede acariciar, pero si se aumenta progresivamente más y más la intensidad y brusquedad se convierte en un acto desagradable, agresivo y violento, llegándose a las tortas y puñetazos. Lo mismo con las caderas en el acto sexual: si el movimiento de caderas se hace más y más rápido e impulsivo, algo que realizado con delicadeza, y con la atención en la coronilla y el corazón, pudiera ser una expresión de amor, se convierte en un acto de mayor o menor violencia.

Desgraciadamente se nos inculca a través de películas, publicidad, etc., que hay que ser apasionados, o sea, violentos en el sexo. Se asocia sexo con violencia, cuando el verdadero Amor es pura delicadeza y dulzura, y la unión sexual debería ser así. Las relaciones pasionales se convierten en violentas también fuera del sexo. La violencia en el sexo en las relaciones de pareja es un primer paso para que se produzca violencia fuera del sexo. La mentalidad tántrica debería enseñarse en las escuelas como parte del programa de educación contra la violencia machista. El problema es que hasta las propias mujeres se han acostumbrado y han sido adoctrinadas por los hombres en el sexo pasional y violento y es lo que ellas demandan, cuando la auténtica naturaleza femenina es tántrica y dulce.

Cambiando esa asociación de sexo con violencia en la sociedad, posiblemente se evitarían muchas de las muertes de mujeres. Hoy en día se da tanta importancia al sexo, debido a que lo espiritual, la paz interior, el amor puro, etc., no se valoran, que cuando alguien –casi siempre hombre- es dejado por su pareja se siente muy herido en su orgullo e incurre en la violencia y en el asesinato.

Una sociedad que reprime la parte espiritual de las personas es una sociedad enferma. Los indígenas de todas las partes del planeta en sus selvas y bosques han tenido experiencias con seres de otras dimensiones, siendo lo supradimensional algo normal y natural para ellos. Tanto el catolicismo desviado de los valores cristianos originales como el ateísmo han hecho mucho daño. Las gentes urbanas, al creer que con la muerte se acaba todo, se aferran con uñas y dientes a lo que poseen, y la pareja para ellos es una posesión más. No se ve a la otra persona como un ser valioso con alma, sino como una posesión para proporcionarle a uno placer sensorial. Si la sociedad no se espiritualiza, pero con una espiritualidad sana como la de los indios norteamericanos, etc., no con los dogmas enfermizos católicos, esta sociedad irá a peor y a peor. Un ser si alma es un monstruo, es un frankestein. Reprimiendo y negando el alma de las personas sólo se crea una sociedad sin esperanza, una sociedad sin valores humanos. Aceptar y experimentar la existencia del alma implica el deseo de autoperfecció n y de automejora como ser humano, e implica luchar contra el propio orgullo, ira, egoísmo, envidia, celos, codicia, lujuria, gula, pereza, miedos, etc.

Tan aberrante fue la injustificada invasión de Irak como lo es asesinar niñas y niños antes de que nazcan. Cuanto más avanzada esté la gestación más bárbaro resulta el asesinato. Hay mujeres que una vez que supieron que sus madres estuvieron casi decididas a abortar, les dijeron: - Gracias por no haberme asesinado antes de nacer.

En regresiones hipnóticas en las que ciertas personas eran llevadas hasta el momento de la gestación, eran conscientes de todo lo que sucedía alrededor, aún estando dentro del vientre materno. Incluso sabían el color de las cortinas de una habitación, y al preguntárselo a sus padres resultaba que era cierto. En el vientre materno siempre sentían una gran sensación de bienestar. El vientre materno es la casa acogedora donde el futuro bebé se siente feliz. Todos los seres humanos inconscientemente deseamos volver a experimentar esa sensación de bienestar, de despreocupació n, de calor materno, que sentimos en el vientre de nuestra madre. Es lo más brutal del mundo que un ser que se siente protegido y a salvo por su madre sea asesinado por ella. Eso genera un trauma horrible en el alma, que se expresa como un problema psicológico en la siguiente vida. Nos guste o no, existen leyes cósmicas en este universo, y, como se dice en la tradición hindú en el tema del Karma, el daño que hacemos a otros seres lo acabamos sufriendo en nuestras propias carnes en la misma o en la siguiente vida. Quien aborta, será abortada en la siguiente vida para que experimente el dolor que causó y no lo vuelva a hacer en vidas posteriores.

Hay casos como los de violación, peligro para la vida de la madres, posibles malformaciones de la futura niña o niño, etc., en que quizás no contravendría las leyes divinas y universales el practicar el aborto, pero es difícil de saber.

Un feto no es parte del cuerpo de la madre sino un ser aparte que es alimentado por ella. El tejido uterino es del mismo origen que el tejido dérmico, el útero es como una prolongación de la piel de la mujer y el embrión está envuelto por ella, y no es propiedad de ella. Con los eufemismos tapamos hipócritamente los crímenes. Para un mafioso, él no asesina sino que sus víctimas sufren desafortunados accidentes, para un etarra, los asesinatos que realiza no son tales, sino que son simples daños colaterales del “conflicto”, para una abortista, ella no asesina a su hija o a su hijo antes de nacer sino que simplemente interrumpe su embarazo. Podemos autoengañarnos y disfrazar con bellos ropajes dialécticos nuestros crímenes, pero todo daño que hagamos a otros seres lo sufriremos antes o después, en ésta o en la siguiente vida.

La unión sexual de una mujer y un hombre es un acto de gran poder, es un acto de gran fuerza eléctrica y magnética, pues ambos son como el polo positivo y el negativo que en contacto generan la corriente eléctrica. El orgasmo y la eyaculación provocan una muy efímera y falsa sensación de felicidad y satisfacción que nunca terminan de provocar verdadera plenitud, pues sucede como con las drogas que engañosamente te hacen sentirte bien pero que a la larga te van destruyendo. El orgasmo y la eyaculación van poco a poco desvitalizando y envejeciendo al ser humano. Sin embargo, la unión sexual tántrica practicada correctamente, habiendo verdadero y profundo enamoramiento, vitalizan, magnetizan y rejuvenecen. ¿Por qué no se enseña el tantra en las clases de educación sexual de los colegios?

Hay que enseñar a los adolescentes que el sexo no es un juego sino algo muy serio donde operan grandes fuerzas eléctricas y magnéticas, que hay que saber lo que se hace porque nadie se pone a realizar experimentos en un laboratorio sin tener los conocimientos precisos, que el sexo es un sistema para generar seres vivos y que quedarse embarazada, abortar, luego trae muchos problemas y consecuencias nefastas. Todo lo que es abusar de píldoras anticonceptivas, de pastillas del día después, etc., no puede ser bueno para el sistema génitourinario, y ciertos cánceres pueden tener ese origen. El que existan tantas enfermedades de transmisión sexual es un aviso de que la promiscuidad, nos guste o no y por los motivos que sean, no puede ser buena, y, sin embargo, se vive sin tener paciencia para encontrar el verdadero amor. Una psicóloga malagueña afirmaba en la radio que la mayoría de las mujeres que conocía estaban liadas con hombres que no las convenían, por no estar solas, etc.

Los niños y los fetos son los seres más indefensos de nuestra sociedad y ni los políticos ni las leyes hacen lo suficiente por protegerlos de tantos abusos que sufren. Es una aberración que se les concedan hijos a los homosexuales. Es un gran riesgo para los niños de que sufran abusos. Los derechos de las niñas y niños han de prevalecer muy por encima de los de cualquier colectivo. Es un derecho fundamental para los niños el tener tanto un padre como una madre, a tener progenitores de ambos sexos y no se les puede privar de ese derecho dándoselos a parejas homosexuales. No se hace suficiente para proteger a los niños de abusos de todo tipo. Los fetos están absolutamente indefensos y por eso es fácil exterminarlos, pero, según muchísimos casos de regresiones hipnóticas, son plenamente conscientes de no ser deseados por su madre, sufren, y, si finalmente no son asesinados y nacen, les quedan secuelas psicológicas durante toda su vida. Todo cuanto sucede tanto en la infancia como durante el período de vida intrauterina afecta psicológicamente al ser humano el resto de su vida.

El que históricamente las gentes más adineradas y de derechas hayan viajado a Londres para abortar, etc., no justifica que se quiera ser igual de asesinos como ellos con seres tan indefensos como los gestantes. La igualdad de derechos no tiene que ser para poder ser igual de canallas. La igualdad de derechos de la mujer con el hombre no tiene que ser para imitar lo peor de los hombres, para que las féminas sean igual de alcohólicas, fumadoras, promiscuas, drogadictas, mal habladas, mal educadas, etc., que los hombres. La igualdad de derechos no puede ser para tener vía libre para que los de izquierdas puedan asesinar igual que los de derechas. La igualdad tiene que ser para tener los mismos derechos de tipo positivo y para construir una sociedad mejor, no para empeorarla imitando principalmente lo malo, sino para extender lo bueno y honesto.

El no creer en la existencia de los rayos y relámpagos no evitará el ser fulminado por uno en medio de una tormenta en el campo. Cada cual habrá de pagar las consecuencias de sus actos, ya sean equivocados o acertados.


Andrés Knightwood

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