quinta-feira, 9 de abril de 2009

EL ESOTERISMO DE LA PASCUA



Las profundas radiaciones espirituales de la época de Pascua producen una

aceleración de los impulsos espirituales, incluso en los ignorantes y despreocupados,

mientras que los que comprenden algo de su profunda importancia, prestan reverente

atención a su íntima contemplación.

Contemplando un calendario, se aprecia una diferencia entre la observancia de

la Navidad y la de la Pascua. El festival navideño tiene siempre lugar en una fecha

fija, mientras que la Pascua cae, a veces, tan temprana como mediados de marzo y, a

veces, tan tardía como mediados de abril. La causa de esta variación estriba en que el

Domingo de Pascua ha de caer siempre en el primer domingo tras la primera luna

llena que sigue al equinoccio de primavera. Este procedimiento fue establecido por

personas que comprendían perfectamente el esoterismo de la estación pascual.

La Pascua real tiene lugar en el equinoccio de primavera, cuando el sol pasa de

la latitud sur a la latitud norte, y Cristo queda liberado de Su trabajo. Entonces, este

Ser radiante penetra en los planos espirituales de la Tierra para trabajar allí con las

Jerarquías celestiales y con los miembros de la Humanidad que han sido

transportados por la muerte a más amplias esferas de actividad.

Durante esta elevada estación, las fuerzas de Piscis (marzo) y Aries (abril) se

funden en una maravillosa combinación de Agua (Piscis) y Fuego (Aries) que

detenta, en todos los planos de la existencia, la clave del Matrimonio Místico. Toda

la naturaleza conoce el gozo de esta unión. Su magia proporciona un brillo adicional

a las flores, una nota más exultante al canto de los pájaros y la promesa de más

abundantes frutos. Estos poderosos impulsos de fuego están bajo la supervisión de

las Jerarquías de Aries y Leo. Esos impulsos, sin embargo, de demasiada potencia

para ser enfocados directamente sobre la Tierra, se encomiendan a la Jerarquía de

Sagitario, que los distribuye entre la Humanidad. Las grandes Aguas de Vida de esta

mística unión están bajo la guía de la Jerarquía de Cáncer, los Querubines, que

entregan esas fuerzas a las Jerarquías de Escorpio y Piscis quienes, a su vez, las

dispersan sobre la Tierra.

Era para esta época del equinoccio de primavera para cuando los antiguos, que

comprendían estas verdades del mundo interno, establecieron elaborados rituales

relativos a la fusión del Fuego y el Agua. Incluso hoy en día, en este mundo moderno

que ha perdido la clave de estas verdades sagradas, quedan restos aún de sus

fórmulas, de modo que, parte de las celebraciones pascuales de la iglesia, consisten

en la fusión del agua sagrada con el nuevo fuego sagrado. En la "apropiada" unión de

estas dos fuerzas es donde hay que buscar la clave de la transmutación. La

transmutación es la gran labor en la que Cristo y los Seres celestiales de los planos

internos, junto con los más avanzados de la oleada de vida humana, tanto dentro

como fuera de sus cuerpos, se ocupan, durante el intervalo que conocemos como

estaciones de primavera y verano. El trabajo del Templo de Misterios en la Tierra

está también conectado con este secreto de la Transmutación. En la próxima Nueva

Era, se trabajará con esta Ley de la Transmutación, con el mismo conocimiento con

que ahora se trabaja con las leyes que gobiernan la electricidad.

El mago Mefistófeles actuaba con esta ley cuando transformó al viejo erudito

Fausto en un exuberante joven en la cúspide de su floreciente juventud. Fue la

comprensión de este secreto mágico de la transmutación lo que San Juan describió en

su visión del Nuevo Día, cuando dijo que "las cosas anteriores han muerto". Se

refería aquí a la edad, la enfermedad y la muerte que, mediante el poder de la

Transmutación, dejan de obstruir la total manifestación del espíritu inmortal del

hombre.

Como se ha dicho anteriormente, el Domingo de Pascua sólo se celebra

correctamente tras la luna llena que sigue al equinoccio de primavera. La Pascua se

celebra en domingo, que es el día del sol, y el sol es el hogar del Cristo Arcangélico.

La proyección sobre la Tierra de los poderosos rayos espirituales del Sol, el

domingo, proporciona al hombre mayor impulso vibratorio que cualquier otro día de

la semana.

Según los anales de las antiguas Escuelas de Misterios Cristianas, sus más

elevadas revelaciones y sus más extáticas visiones las recibieron siempre en

domingo.

Las Jerarquías antes referidas, que diseminan este poderoso impulso

transmutador sobre la Tierra, lo dirigen hacia el Sol bajo la guía del Espíritu Solar, el

Cristo. Esta fuerza, sin embargo, no es lo suficientemente potente como para

producir su total efecto sobre la Humanidad, y por eso la luna llena se convierte en

canal para su diseminación final. Por esta causa, la Humanidad, en su conjunto,

ignora este gran influjo que nosotros conocemos como la celebración de la Marea de

Pascual, hasta que la luna llena tiene lugar después del equinoccio de primavera.

La gran masa de la Humanidad continúa respondiendo ampliamente a este

influjo como a una tendencia instintiva o un deseo de participar en alguna reunión

espiritual. Muchos dicen que van a la iglesia sólo una vez al año, y es por Pascua.

Existe también el impulso de vestir nuevos atavíos, como la naturaleza misma, y

cubrirse con nuevas telas y tocarse con colores, para tomar parte en cualquier

servicio conmemorativo o desfile de modelos. Éste es, en gran parte, el concepto que

el mundo moderno tiene de la Pascua. Los Seres Poderosos y únicos, sin embargo,

son persistentes e infalibles en Su ministerio al Planeta Tierra y, año tras año, este

poderoso impulso espiritual eleva y espiritualiza gradualmente la Tierra y todo lo

que en ella vive. La Humanidad comprobará un día que, gracias al proceso de

transmutación que tiene lugar en la época de la Marea Pascual, será posible, no sólo

vestir un nuevo traje, sino, como San Pablo dice, "quitarse el hombre viejo y ponerse

el nuevo". Ésos son el verdadero y alto significado y el propósito de la estación

pascual; y cada año, mayor número de seres desinteresados aprenden a hacerse

servidores más eficientes de Cristo en Su gran labor, cuando canta Su triunfante

canción de Pascua: "Yo soy la resurrección y la vida".



EL MISTERIO DE LOS CRISTOS.- Corinne Heline

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