segunda-feira, 20 de abril de 2009

Meditaciones sobre la Vida Oculta, Geofrey Hodson (16)



EL FRAGMENTO Y EL CONJUNTO

EL MANANTIAL DE LA VIDA

LA NATURALEZA DE LA BELLEZA


La relación entre el Absoluto y lo condicionado, entre lo infinito y lo finito, es un misterio para la mente condicionada. El cambio desde el Ser al devenir, y desde la Eternidad al tiempo, presenta un problema cuya solución elude a la inteligencia finita.

La no-manifestación no implica no-existencia; es existencia transmutada, potencia estática, energía despolarizada, consciencia en reposo, espíritu inmovilizado. Simbólicamente se representa la manifestación por una pirámide. La no-manifestación podría representarse por el punto, que es lo único que queda cuando los lados de la pirámide se recogen en el ápice y la base ha desaparecido.

La no-manifestación es la esencia más alta de la existencia, y en ningún sentido está separada de lo manifestado. En realidad estos dos estados son contemporáneos en que siempre hay un aspecto inmanifestado de la vida manifestada. Esto es cierto de toda expresión de la vida; cada reino de la Naturaleza está representado en el aspecto inmanifestado de la Vida omnipenetrante.

El hombre -que es un epitome del conjunto- tiene un aspecto suyo que está inexpresado. La personalidad no representa sino un fragmento del ego, y el ego sólo un fragmento de la Mónada, mientras que la Mónada no es sino una manifestación en el tiempo, como positiva y negativa, de aquello que es eterno y no-polarizado. La Mónada está en movimiento; lo inmanifestado no se mueve.

La evolución es un viaje que emprende aquello que no evoluciona, que no tiene tiempo, que no se mueve ni tiene dimensiones ---el Absoluto, desde lo inmanifestado pasando por lo manifestado, para regresar otra vez a lo inmanifestado.

En el amanecer de la manifestación Aquello que era Uno se vuelve Dos. Estos dos son espíritu y materia, vida y forma. Al proseguir la evolución, se hace más íntima la relación entre estos dos. Gradualmente la vida encuentra un modo cada vez más perfecto de expresarse por medio de la forma, mientras que la forma se hace más y más adaptable como vehículo para la vida. Ha-blando en términos de tiempo, la expresión de los impulsos vitales por medio de la forma se hace más rápida, hasta que llega a ser instantánea cuando la resistencia de la forma a la vida se ha reducido al mínimo. La vida aumenta firmemente en plenitud y poder de expresarse, gracias en parte a la experiencia que obtiene por medio de la forma, y en parte a que en realidad aumenta la
medida de vida que se manifiesta en la forma. Esto es tan cierto del sistema solar como del conjunto y del individuo.

El aumento en la medida de vida que se manifiesta, se efectúa por el mayor aflujo de vida desde su fuente y a través de una dimensión interior. En el corazón de la existencia, que está oculto pero dentro del sistema solar, hay un manantial de vida, por el cual afluye otra vida externa dentro del sistema solar a medida que este es capaz de recibirla. Cuanto mayor sea la facilidad y perfección con que la vida se exprese por medio de la forma, menor es la presión de la vida dentro del sistema. Al disminuir la presión, se abre la válvula solar dando entrada a nueva vida. Esta entrada continúa hasta copar el límite de la capacidad de la forma para la expresión de la vida. Puesto que este principio es universal, existe en lo más íntimo del hombre un manantial de vida, una válvula por la cual penetra la vida en su Mónada y su ego y su personalidad. Cada una de estas recibe de su fuente interior una medida de vida que va aumentando gradualmente según sea capaz la forma de recibirla y expresarla.

Modificada desde adentro por la presencia y la presión de la vida, y desde afuera por la experiencia, la forma se convierte gradualmente en un vehículo más perfecto, un canal más libre por el cual la vida pueda expresarse. Así se establece una relación más y más perfecta entre la vida y la forma.

La norma para medir esta relación es la señal externa de su armoniosa expresión de la Belleza. La belleza de la forma es la vida inmanente. Sin esa armonía interna no puede existir verdadera belleza. Cuánto más perfecta la relación, mayor la belleza.

La resistencia de la forma a la manifestación de la vida se reduce gradualmente según avanza la evolución. Al fin se alcanza la sincronización y los impulsos vitales internos encuentran expresión inmediata y completa por medio de la forma. Bajo esta condición tanto la forma como la expresión son supremamente bellas. Por tanto la belleza es la norma para medir el grado de evolución, es el sello de marca de la forma espiritualizada en cualquier reino de la Naturaleza.

El hombre espiritual se distinguirá por la belleza de sentimientos y pensamientos, expresada espontáneamente como belleza en la conducta de la vida.

La fealdad deliberada es una negación de la divinidad, una sumisión a la ley del Caos. Negar la belleza es negar a Dios. Quien cae en estos errores niega a Dios y por lo tanto lo aprisiona más profundamente dentro de si. Es un desertor que se ha pasado a la filas del Caos, un traidor al gobierno de la Ley.

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