domingo, 29 de março de 2009

Meditaciones sobre la Vida Oculta, Geofrey Hodson

LA VOLUNTAD DEL MAESTRO:

SU AMOR; SU SABER; SU TRABAJO


El poder irresistible de la voluntad de un Maestro nace de las profundidades más intimas de Su ser, del centro mismo de Su existencia. Allí El es uno con la Voluntad Suprema, el omnipenetrante Poder del universo. Ese poder fundamental inmanente es energía en reposo; es el alma de la fuerza; no la fuerza misma, sino aquello por lo cual toda fuerza existe; un principio básico dentro del cual está contenido todo poder manifestado y expresado. Su cualidad es la quietud, la oscuridad, el silencio. Es el cimiento sobre el cual está construido el mundo material; es el agente estabilizador extremo y final en el universo, la original fuente inagotable de poder. Unido con él, el Adepto se convierte en encarnación de la voluntad.

Esta mismísima fuente existe en todo hombre. Se la puede encontrar por la meditación. El que quiera encontrar y hollar el sendero de la liberación, debe meditar sobre esta fuente de poder y fuerza en su interior. Contemplándola, descubrirá el poder y la fuerza, no como posesiones personales sino como productos de la Fuente universal de poder. Entonces nacerá en él la Voluntad única, la energía maestra, el poder clave tanto del universo como del hombre.

El esplendor del amor de un Maestro está fundado en el hecho de la unidad de la vida. Es independiente del tiempo, no es afectado por el espacio, ni lo limita la forma. Es una expresión de un principio eterno, un atributo fundamental de la existencia. Es la unidad expresada perfectamente.

Tal amor no demanda esfuerzo, y es invariable, excepto que siempre se ahonda y siempre crece. Ni se da personalmente, ni se recibe personalmente; es. Mana continuamente de la naturaleza íntima del Maestro como una bendición divina sobre todo cuanto vive. Este amor no busca retribución; ella sería ajena a su índole. La luz solar no regresa al sol; el río no refluye hacia su fuente; ni las aguas de los manantiales vuelven a entrar a la fuente. El corazón del Maestro es como un sol, una fuente, un manantial de amor eterno. El mismo es como un río de amor que fluye desde la fuente íntima hacia el océano de la vida manifestada.

Su afecto evoca en sus devotos el mismo amor eterno. El conecta al hombre amante con la fuente de vida y amor, que de allí en adelante fluye libremente y para siempre por medio de él.

El Maestro es uno con la Vida; no es un dador de Vida, pues tal cosa indicaría dualidad. El es Vida, y cada acto Suyo es la expresión natural y perfecta de esa identidad. Casi podría decirse que el Maestro no tiene existencia que sea Suya; que como Ego ha cesado de ser, excepto como núcleo de la célula universal, como protón del átomo cósmico. El está identificado con la Vida, es de la esencia de la Vida, es un principio en manifestación, más bien que un individuo. Por lo tanto demuestra los atributos de la Vida en perfecta espontaneidad. El amor es Su índole, Su instinto, Su esencia misma. El es y manifiesta todo amor.

La frase “Dios es Amor” es literalmente cierta, pues el amor es unidad en manifestación. La Unidad es un principio eterno, una verdad raíz y fundamental. El principio de la unidad, manifestado por medio de la inte-ligencia universal, se convierte en el amor universal. La unidad manifestándose a través de la mente del hombre es la base del amor humano verdadero. La unidad es una verdad espiritual, no material, pues en el campo de la materia la unidad se ha vuelto diversidad, que es su opuesto reflejado. El amor espiritual proviene de la unidad espiritual y no de la unión material.

El relato de la evolución del hombre puede escribirse en términos de amor. El hombre pasa del estado animal y salvaje de la unión y el deseo material, al estado relativamente civilizado en que la mente entra en la experiencia del amor. En esta etapa todavía existe la necesidad de la unión física. Más allá de ella está la etapa en que alborea la iluminación espiritual sobre la conciencia personal, y se percibe un amor más hondo, pero todavía no se expresa plenamente, La necesidad de unión física disminuye, pero sub-siste la necesidad de compañía. Más allá de este estado, está el del amor espiritual puro, basado en el reconocimiento de la unidad; un amor a la Vida misma.

Esta etapa final de amor perfecto se alcanza después de un aunamiento completo con la vida. El individuo se convierte en una incorporación del principio de unidad; ama todas las cosas desde el interior de ellas mis-mas, y experimenta continuamente la unión espiritual con ellas. Esto produce éxtasis espiritual que, aunque individual, es totalmente impersonal y puro, y no exige ni contacto ni compañía, sino que en la soledad halla su plena experiencia.

Tal es la índole del amor del Maestro: una condición natural, no una acción; un estado de conciencia, no un acto; la experiencia continua de, un éxtasis ininterrumpido, que crece en intensidad con el paso de los siglos y al acercarse el estado de unidad absoluta por encima del tiempo y del espacio. Es el estado en que mora el Logos del Sistema, pues ese es el amor de Dios, el Segundo Aspecto del Supremo, el Amor Absoluto.

El conocimiento que todo lo incluye, no es, para el Maestro, una posesión individual. Para El la individualidad ha llegado a reducirse a una película tan fina y tenue que permite comunión libre con la Individualidad Única del universo, y tan elástica que todo lo incluye. Ni el conocimiento ni el vehículo mental del pensamiento son posesiones para El, pues para El no hay sino Un Conocimiento y una Mente Mayor. El participa de ellos, y sabe que El es parte de ellos.

Todo conocimiento está a la disposición de El gracias a Su auto-unificación con todo. Las realizaciones espirituales y los triunfos ocultos de todos los seres que están en Su mismo nivel o en otro inferior, son Suyos completamente en virtud de esta unidad. El conocimiento más grande y más profundo de Quienes están por encima de El en evolución, también está a Su disposición en la medida en que El pueda elevarse a Su estado de conciencia y reproducir en si mismo el afinamiento más sutil y refinado de Ellos con la Mente Universal.

Esta Inteligencia Mayor puede decirse que contiene o que consiste de estratos de conocimiento, y que las mentes individuales van penetrando a estratos más hondos a medida que la evolución prosigue. Cuanto más alto sea el estado de evolución del individuo, más profunda es su comprensión.

El conocimiento del Maestro incluye aquellos principios sobre los cuales está fundado el universo con todos sus multifacéticos fenómenos; aquellas verdades básicas que suministran las claves de todo conocimiento. El empleo de la clave correcta revela de inmediato el conocimiento requerido, y permite la comprensión casi instantánea de cualquier aspecto de la vida universal, ya sea tan diminuto como un átomo, una célula, o los infusorios, o tan vasto y grande como un planeta o un sol.

De este modo el Adepto tiene la clave del conocimiento completo de cualquier rama de la ciencia, y en este sentido es omnisciente. No es que posea todos los conocimientos y todas las verdades dentro de Su conciencia, sino que ellos están disponibles instantáneamente para El, ya sea que estén temporalmente contenidos en la mente de un hombre como un nuevo descubrimiento científico o un nuevo principio en política o en arte, o que estén en aquella Mente más grande aún en la que está contenido, todo conocimiento del pasado, del presente y del futuro.

Las claves del conocimiento pueden considerarse como ecuaciones matemáticas fundamentales, expresiones de la ley natural, declaraciones abstractas de los principios geométricos sobre los cuales está establecido el universo, tales como la relación del diámetro a la circunferencia del círculo. Sin embargo no son meramente ecuaciones o fórmulas matemáticas o algebraicas. Son ecuaciones vitales que son ciertas para toda etapa de crecimiento, que se aplican igualmente a la semilla y a toda la planta y el fruto, a la célula germinal y al organismo completo. Son expresiones de la verdad eterna, y por tanto están más allá y sin embargo incluyen todo cambio, y revelan no solamente principio, madurez, y finalidad, sino también totalidad.

Como consecuencia de poseer las claves y el poder de usarlas, el Adepto ha alcanzado la omnipresencia. Esto implica Su capacidad de enfocar Su atención en diferentes partes del sistema solar a voluntad. De este modo puede hacer observaciones directas en relación con cualquier asunto sobre el cual bus que conocimiento detallado. Además, por haber alcanzado la unidad, El es literalmente uno con la Fuente de la existencia y la vida en todas las cosas; por consiguiente puede complementar el conocimiento adquirido me-diante la observación externa, con la comprensión revelada desde adentro.

El conocimiento del Maestro es por lo tanto completo; incluye la comprensión de todos los fenómenos externos y la percepción de los ocultos procesos de la vida, ,los resortes del crecimiento. Es el Científico Maestro, el dechado de todo buscador de la verdad. Lo que El ha hecho, lo hará el científico de mañana, pues si bien el progreso de los principales científicos de ahora es grande, en realidad apenas han escarbado la superficie en física y astronomía, en química y biología, en fisiología y psicología, en la verdad tal como la conoce el Adepto.

El Adepto comparte con todos los seres vivientes Sus proezas, poniendo a la disposición de todos Su poder, Su amor y Su saber. Su trabajo consiste en parte en traducir lo universal a lo particular, en traer el Poder, la Sabiduría y el Conocimiento del Supremo a una relación cada vez más intima con los reinos de la Naturaleza inferiores a El en evolución.

En términos de energía, cada Adepto es un transformador de energía libre y un distribuidor de ella al mundo en estado condicionado. Este trabajo lo ejecuta en niveles de conciencia superiores al mental. Cada uno de los tres tipos de energía divina, que se manifiestan como poder, sabiduría y cono-cimiento, tiene su nivel apropiado de conciencia en el cual se hace contacto con él en su estado puro y desde allí se retransmite a los mundos inferiores.

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